Cada 1 de noviembre, el pueblo Kamëntšá del valle de Sibundoy Putumayo realiza una de sus prácticas espirituales y comunitarias más significativas: Wakëkjnaité (conmemoración de los difuntos). Esta fecha representa mucho más que un acto de memoria; constituye un reencuentro profundo entre los mundos material y espiritual, una conversación simbólica con quienes ya no están físicamente pero continúan guiando el camino de la comunidad.

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En la cosmovisión Kamëntšá, la vida no se concibe como una línea que termina con la muerte, sino como un ciclo continuo donde los ancestros mantienen presencia activa. Por ello, esta celebración se vive como una jornada de reciprocidad espiritual: los vivos ofrecen alimento, palabra y presencia; mientras que los ancestros retribuyen con protección, equilibrio y sabiduría. Este intercambio reafirma la relación de cuidado mutuo que sostiene al pueblo en lo cotidiano.

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El carácter comunitario del ritual es uno de sus rasgos más importantes. Las familias visitan los cementerios y limpian las tumbas. No es solo un acto de duelo, sino una reafirmación de la unidad. En este escenario, las memorias personales se entrelazan con las memorias colectivas, haciendo visible cómo cada vida forma parte de un tejido mayor. El encuentro se convierte así en una oportunidad para reconstruir vínculos y fortalecer el sentido de pertenencia dentro del territorio.

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Además, este día permite revitalizar elementos culturales que dan identidad al pueblo: la preparación de comida tradicional, la transmisión oral, los cantos, las oraciones,  el agradecimiento en lengua Kamëntšá, y la presencia de la familia extendida. Todo esto contribuye a que la celebración no sea únicamente un rito anual, sino un acto de resistencia cultural que preserva conocimientos, prácticas y espiritualidad frente a los cambios del mundo contemporáneo.

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En síntesis, la conmemoración de los difuntos para el pueblo Kamëntsá es una fecha de alta carga simbólica que articula memoria, identidad y comunidad. Más que recordar a los que ya partieron, la celebración reafirma la continuidad de la vida y la importancia de mantener vivo el vínculo con los ancestros como fundamento espiritual y social del pueblo.